Durante esta pandemia han surgido muchos héroes cotidianos, entre ellos, los adolescentes y sus padres. Los adolescentes, porque han visto como les quitaban de un plumazo lo más importante para ellos, sus referentes (amigos) y su vida social. Y las madres y padres, porque han tenido que “gestionar” ese malestar en casa.
Muchas de estas madres y de estos padres nos han escrito frases como estas:
- Parece que hablásemos idiomas distintos, es imposible entendernos
- Os pido ideas para llevarme bien con mi hijo adolescente
- No lo soporto más, ¡está inaguantable!
¿Por qué cuando llega la adolescencia nos cuesta tanto comunicar con ellos? Tanto que, como leíamos antes, parece que hablásemos idiomas distintos. ¿En qué momento hemos perdido la capacidad de conectar con ellos? El filósofo y profesor José Carlos Ruiz nos lo explica de esta manera: «Tiene mucho que ver con el cambio que hay en ellos y la inmovilidad que hay en nosotros. Nosotros siempre los vamos a ver como nuestros hijos, con ese instinto de protección que, hasta ahora ha funcionado porque ellos buscaban esa protección. Pero llega un momento, a partir de los 12-13 años que, ellos van cambiando y quieren empezar a probar y salir de la zona de seguridad. Pero nosotros no nos acostumbramos a que no necesiten esa protección. El error es que nosotros deberíamos ir evolucionando en paralelo a ellos. Pero a nosotros nos cuesta mucho y surge la frustración, la incomprensión, la riña…».
Se produce una lucha, ellos intentando salir del nido y nosotros obligándoles a quedarse. Ahí es donde la relación entra en un momento convulso. Las necesidades de unos y otros son opuestas.
Decía el periodista Carles Capdevila que no entendía bien porqué nos preocupábamos tanto de los adolescentes, si son esas personas que nunca hacen NADA, no quedan con NADIE y no van a NINGÚN sitio. ¿O acaso no son estas las respuestas que nos dan? Sí, y cuanto menos quieren contar más queremos saber nosotros. «No entendemos que ellos son cada vez más autónomos. Cada vez requieren más autonomía. Ya no somos tanto su refugio. En ese sentido, dar espacio no es una mala idea, siempre que no haya un aislamiento completo», nos dice José Carlos.
¿Entonces, ante este panorama, qué nos queda? ¿Esperar a que pase el temporal y escampe? No, hay muchas cosas que podemos hacer las madres y padres para mejorar la comunicación con nuestros adolescentes, base de una buena relación con ellos. José Carlos Ruiz nos da algunas claves:
Claves para tener buenas conversaciones con nuestros adolescentes
- No tratarles como niños: cuando llegan a la adolescencia nuestros hijos ya tienen un nivel cultural, unas inquietudes, una percepción de la realidad que también puede ayudar a enriquecernos como adultos. Sin embargo, generalmente en casa, tendemos a menospreciar sus percepciones porque consideramos que aún son demasiado niños o que no tienen ni idea de ciertas cosas debido a su edad. El hecho de que despreciemos sus puntos de vista, sobre todo cuando se trata de temas serios, provoca que cerremos la puerta de la conversación futura. Cuando tú dices cosas como por ejemplo: «cállate que no tienes ni idea de política», lo que estás haciendo es cerrar una vía de comunicación con ellos, provocando que no quieran volver a opinar o participar en nuestras conversaciones. Hay que intentar hacer un ejercicio de empatía intelectual y emocional con ellos. Y como padres muchas veces no lo hacemos. Pretendemos que piensen como adultos o, lo que es peor, juzgamos sus opiniones (a veces poco fundamentadas) desde la perspectiva del adulto, olvidando que apenas son pre-adolescentes o adolescentes.
- No tener ningún tema tabú. Deberíamos poder hablar con ellos con naturalidad de todo, incluso de la muerte, el sexo, las drogas… Tendemos a pensar que hay temas sobre los que ellos no tienen aún los rudimentos emocionales o racionales para poder conversar y no siempre es así. Nos pueden sorprender.
- Entrenamiento. Esto no es algo que pase del día a la noche. Si queremos no perder ese contacto con los adolescentes, es necesario ir entrenándoles desde pequeños en el arte de la conversación. Y, en muchas ocasiones no lo hacemos. Utilizamos la conversación con ellos para dar órdenes o mandatos.
- Darnos a conocer. Para generar vínculos de confianza con ellos es importante darnos a conocer, compartiendo con ellos inquietudes, desvelos, poner sobre la mesa los problemas familiares… Que ellos sientan que hay un interés en que ellos participen en los asuntos familiares, aunque sea solo con una opinión. Pero esa opinión debe ser respeta, siempre teniendo en cuenta que se está formando y que tal vez sus criterios son infantiles, pero no hay que despreciarlos. De lo contrario, estaremos cerrando la puerta a la conversación y, lo que es aún peor, a la comunicación.
- Participemos de sus hobbies. Cuando son pequeños nos empeñamos en que nuestros hijos compartan nuestras aficiones pero, a medida que crecen, nosotros no participamos de las suyas. Construir un nexo de unión entre ellos y nosotros pasa también por que ellos vean que tenemos interés en conocer su micro mundo. Mostrar interés en lo que ellos hacen es dotarlos de una motivación interna para la comunicación entre nosotros esencial para la convivencia. Es importante tener una vía de comunicación abierta con ellos y que cuando llegue la adolescencia no nos la encontremos cerrada por no haber trabajado con ellos este arte de conversar.